Si la política, como dijo Baudelaire, es el arte de lo posible, en nuestro país brillan por su ausencia los artistas de este gremio. Un buen político debe de estar al servicio del pueblo (y si su conciencia no se lo permite, dimitir), y no al revés, como está ocurriendo de un tiempo acá. El mejor político, a mi modo de ver, es el que es justo y honesto, y que aporta ideas pero que también es receptivo a las que exponen otros/as.
Hay muchas ideas y proyectos que fracasan por querer imponer a los otros la voluntad de los que piensan diferente. Pero cualquier país, en el que las personas estén suficientemente informadas, es más fácil transformarlo que otro desinformado o mal informado. De ahí la importancia del llamado cuarto poder: los medios de comunicación de masas, que se ha adherido a los tres poderes tradicionales de las naciones con un sistema democrático implantado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.