Ya han pasado las fiestas de Navidad, Año Nuevo y Reyes y todo vuelve a la normalidad. Incluso tenemos gobierno nuevo ¡¡por fin!! Esperemos que el largo y doloroso parto haya valido la pena y de una manera o de otra se empiece a gobernar.
Pero centrémonos en aspectos locales, del municipio, que son los que, en primera instancia, más nos interesan a los ciudadanos por ser los de mayor proximidad. Estos días he podido ver en TV3 un reportaje sobre la iluminación de las calles con motivo de la Navidad. Me resisto a creer que sea cierto, ya que se dan cifras que, a mi juicio, resultan realmente sorprendentes; en la ciudad de Barcelona el gasto equivale a 0,75 € por habitante, mientras que en Rubí asciende a 4,5 € por cabeza. Insisto, me gustaría mucho que alguien autorizado y con cifras comprobables me aclarase esta barbaridad.
En el supuesto que sean ciertas, todavía resulta más sorprendente la explicación de nuestra alcaldesa. Dice la Sra. Martínez que estas luces atraen a público de la ciudad y de otras cercanas a pasear por Rubí y, consecuentemente, el comercio local sale beneficiado. ¿Acaso cree nuestra ínclita primera edil que está gobernando una comunidad de mosquitos o insectos que se siente atraídos por las luces?, ¿en tan poca estima nos tiene, que supone que nos dejamos deslumbrar con bombillas led de colorines?, ¿acaso no hay ninguna necesidad social en la que invertir 350.000 €? Por ejemplo, entre otros muchos, la construcción de apartamentos municipales de tipo social destinados a los jóvenes, no saldrían muchos, pero a alguien le solucionaría el problema de la vivienda. Yo no digo que se tenga que eliminar la iluminación navideña, pero entre una decoración racional y este despilfarro hay un equilibrio que es necesario encontrar.
En cuanto a la protección del comercio local, si crea que con lucecitas les va a ayudar, creo que está totalmente equivocada. Si, de verdad, quiere que las personas que vivimos en Rubí nos sintamos cómodos paseando por el centro peatonal, procure que los patinetes y bicicletas no abunden más de lo deseable. Sin olvidar el hacer alguna campaña institucional para intentar convencernos de las bondades del comercio local y lo negativo de las compras en grandes centros comerciales, y, por supuesto, en internet.
En definitiva, me temo que una vez más vuelven a imponerse los intereses personales y partidistas sobre los generales, es decir, todo vuelve a la normalidad.