Esta semana, Kilian Jornet culminaba el Everest con el tiempo más rápido conocido: 26 horas. Subió solo, sin oxigeno artificial ni cuerdas fijas.
Cuántas veces hemos escuchado “está loco”, “es un inconsciente”, “es una irresponsabilidad”, “es egoísta por no pensar en el sufrimiento de su familia”, etc.
Sólo los que realizamos deportes de alto riesgo podemos entender esta adrenalina. Para nosotros la locura es vivir sin hacer lo que te gusta, al máximo. La gente muere cada día, y aún así muchos no aprovechan la vida. Lo que Kilian ha hecho esta semana es histórico, pero sobretodo es una meta para él mismo. Una meta que conllevaba muchos riesgos: mal de altura, lesiones… Pero que asumió porque ese riesgo mezclado con el éxito de haberlo logrado es lo que le hace feliz.
Pau Escalé, un conocido alpinista, dijo “quiero morir de contento y no de viejo”. Creo que esta frase expresa a la perfección el sentimiento de hacer lo que te gusta, comporte lo que comporte, en el peor de los casos la muerte. Claro que pensar en la familia de los que practicamos estos deportes es complicado, ellos sufren hasta que vuelves, pero si dejáramos de hacerlo por evitarles ese sufrimiento, nos estaríamos quitando a la vez la vida. Porque la montaña nos la da y nos la puede quitar cuando quiera. La vida es lo importante, cómo vivirla. La muerte llega igualmente, sin escapatoria.