Comparteixo reflexions amb el Silvio, un salvadorenc establert a Rubí, activista polític i cultural, i una persona compromesa amb aquesta ciutat. De les nombroses converses que hem mantingut aquests darrers mesos, sobre Rubí, sobre Catalunya, sobre El Salvador, sempre ens ha preocupat el fenomen creixent de les fake news, de les notícies manipulades, del populisme creixent i del valor humà dels qui les propaguen i pretenen governar-nos. Em costa imaginar la fredor amb la qual es fan aquestes coses i com és possible passejar-se pel món tan tranquil·lament. Una cosa és discrepar, tenir visions diferents, opinions no coincidents i l’altre és la mentida i la manipulació. En Silvio coneix molt bé aquest fenomen, tant el que passa a Llatinoamèrica, com a EUA, i ara també ho viu al nostre país i, concretament, a la nostra ciutat, Rubí.
Vivimos en la era de la sobreinformación y la hipercomunicación. Opiniones van y vienen a cientos pero ¿cómo podemos saber qué es verdad y qué no?, ¿qué tipos de riesgos existen al no saber diferenciar una cosa de la otra?, ¿quiénes ganan con esto y por qué?.
Hace poco vimos un ejemplo de desinformación pura y dura. La cuenta de Ciudadanos de Rubí compartió desde su perfil oficial un tuit en el que por medio de una cuenta trol se hacía creer que un reconocido periodista había sido agredido por un mosso de esquadra al grito de ‘¡Viva Puigdemont!’, cuando en realidad el agresor fue un policía nacional fuera de servicio al grito de ‘¡Viva España!, ¡Viva Franco!’. El mismo periodista desmintió desde su perfil condenando la falta de ética de parte de Ciudadanos Rubí. No pretendo meterme en dilemas ideológicos de ningún tipo, quiero hablar solamente del uso de las redes sociales y de las estrategias políticas de engaño que pueden perjudicar a la población en general.
Pueden pensar que compartir una publicación falsa no es tan grave, cierto, pero ésta en particular merece especial atención. No se trata de un desliz ni de un descuido de la persona que maneja la cuenta de Ciudadanos, es precisamente su estrategia de comunicación con una finalidad en concreto: desinformar, asustar, confundir y manipular. Usando la fotografía y el nombre de un reconocido periodista, manipulándola de esta manera nos mandan un mensaje claro: no tendremos ni el menor cuidado o tacto para mentir, lo haremos, no importa que tan absurda o ridícula pueda ser la mentira que usemos, lo haremos si le podemos sacar algún beneficio. Nos demuestra que detrás de esto hay personas faltas por completo del más mínimo rigor ético, en las redes y en la política en general. Eso es lo grave.
Pero la cosa empeora y mucho, el mismo fin de semana vimos otro ejemplo incluso mucho más alarmante: la falsa noticia de una mujer a la que habían golpeado por quitar lazos amarillos. Con un poco de investigación se logró desmentir, el incidente no había tenido nada que ver con política. Sin embargo, Inés Arrimadas fijó por horas el tuit en su perfil y convocó una manifestación. Ella sabe que es mentira, lo supo desde el inicio, lo hace porque es conveniente para sus fines políticos. ¿Se vale tanto descaro con tal de manipular y ganar terreno entre la gente que logres asustar? Para mí, y creo que para la mayoría de personas que solo queremos una vida tranquila con oportunidades y derechos, no, no se vale, no se debe de jugar así. No es justo. No importa de dónde provenga la mentira, es condenable y cuando se llega a estos extremos de cinismo, creo que merece la pena pararse a reflexionar seriamente.
Una cosa es promover tu ideología con mayor o menor intensidad, con eso puede que estemos de acuerdo o no. Pero no podemos perder rigor, no debemos permitir que las personas que se encuentran al frente de las formaciones políticas mientan a todas luces sin pensar en las consecuencias que esto puede generar. No todo se vale.
Las mentiras no nos sirven para pagar las facturas a fin de mes, no reconocen derechos sociales, no mejoran sistemas educativos ni generan empleos, no potencian los cambios necesarios para una vida digna, que al final lo que todos deseamos. El cinismo y descaro al extremo le pasan factura a los políticos que lo practican cuando los castigamos en las urnas o a las sociedades que caen en su trampa.
Davant d’aquesta realitat creixent, podem enfrontar-nos-hi apostant per la formació, això ens permetrà poder discernir, tenir capacitat d’anàlisi, poder ser exigents i aportar coneixement i informació. I també perquè en les nostres institucions, començant pel nostre Ajuntament, els que tinguem la responsabilitat de governar ho farem des dels valors republicans: l’honestedat, la transparència, la igualtat, la justícia…, barrant el pas a aquells que utilitzaran la institució per impregnar-la de mentida.
Cal que Rubí també desperti i sigui capaç d’exigir seriositat i respecte als seus ciutadans, confio plenament amb la capacitat d’aquesta ciutat, en la seva trajectòria, capaç de lluitar conjuntament pel seu futur.