Un mecánico industrial de casi 30 años decide dejarlo todo por su sueño, la radio. Después de siete años, numerosas colaboraciones en la radio local y nacional y un premio Ondas, Edgar Hita se ha lanzado a los escenarios. Este viernes 23 de octubre estrena ‘El mundo debe acabarse’ a las 21 horas en el teatro municipal La Sala. El guionista, locutor y humorista rubinense trabaja actualmente en programas como Què t’hi jugues, de Sique Rodríguez, y La Gradería, de Lluís Flaquer y Marta Ramón, ambos de la Cadena Ser.
-¿Por qué “el mundo debe acabarse”?
-Es una metáfora, realmente no quiero que se acabe el mundo. Hay cosas, cómicamente hablando, que creo que se pueden mejorar. En este sentido, el mundo debe acabarse por muchas cosas cotidianas: por la televisión que tenemos ahora, por lo que nos pasa cuando vamos a comprar… En definitiva, hablo de todo aquello de la realidad que se pueda cambiar, siempre en un tono de humor y cachondeo.
-¿Cuándo te planteaste empezar con el espectáculo?
-Yo trabajo haciendo humor en radio, como guionista y locutor y, un día, me picó la curiosidad porque mi amigo Álvaro Velasco me dio la idea de canalizar todo aquello que tenía escrito y llevarlo al escenario. Yo me negué. Soy un tío de radio, de encerrarme en un estudio y que no me vea ni me moleste nadie… me da mucha vergüenza hablar con la gente, aunque no lo parezca. Él me insistió y me hizo salir con él cinco minutos y fue bien, creo, igual porque estaban mis tíos y mis padres. Y desde entonces ha pasado un año.
– ¿Qué vas a ofrecer en el show?
-Va a ser un show diferente porque, aunque llevo solo un año, he actuado ya seis o siete veces en la ciudad, en diferentes sitios, y hay gente que me ha visto en todos los espectáculos, por ello quiero cambiarlo, hay muchas sorpresas. Cambio el texto e, incluso, doy una pincelada rubinense, pues hago más de 25 minutos exclusivamente sobre Rubí, al final del espectáculo.
-Tú mismo has desvelado a través de las redes sociales la participación en el estreno de alguien muy especial para ti…
-Sí, así es. Puesto que soy un enfermo de la radio desde que nací tengo varios referentes y los mejores cómicos en radio para mí son Especialistas Secundarios. Son tres cómicos de los que he aprendido muchísimo y me encanta su humor surrealista. Aún está por confirmar también la participación de Juan Carlos Ortega, de Crónicas Marcianas. Vendrán más que nada para que si el público no se ríe conmigo al menos que pueda reír con ellos.
-¿Te hubieras imaginado alguna vez a ti mismo encima de un escenario como el de La Sala y delante de tantas personas?
-No. Nunca, nunca. Es cierto que actué en las fiestas de Salou ante más o menos el mismo número de personas, pero era diferente. Aquí tengo la presión de estar en casa y de que me está viendo todo el mundo, de que “a este lo conozco yo”, “este trabajaba conmigo”, “este es el soso” (porque mis amigos dicen que soy muy soso)… Yo soy muy rubinense y, por un lado es bueno porque espero que venga a verme mucha gente, pero también es mucha presión.
-¿Cómo empezaste en la radio?
-Yo siempre digo que me inicié en la radio con 4 años por dos motivos. Primero de todo porque desde el colegio nos llevaron a un programa de radio al cual invitaban a los 4 niños de la clase que mejor hablaban y mejores estudios tenían y al que más hablaba. Yo era el que más hablaba. El director del programa me acabó subiendo en sus rodillas y diciendo “di lo que quieras”. Y, en segundo lugar, porque desde pequeño me dormía con la radio puesta, enlazando programas, y además, siempre con la Cadena Ser. Profesionalmente empecé en Radio Rubí y solamente un año después ya estaba en la Ser. No tengo estudios de periodismo, pero sí que estudié un curso de radio en la escuela de Barcelona Aula Radio y uno de mis profesores era Dani Moreno, el Gallo Máximo. Empecé a entrar en directo con él cada día 5 minutos y hasta hoy.
¿Qué significó para ti ganar el Premio Ondas 2011 por el programa El Gallo Máximo junto con Dani Moreno?
Yo estaba en casa echando la siesta (que yo soy muy tradicional, muy de siesta) y me llamaron los compañeros de La Ventana, que eran los encargados de dar el ganador y me pidieron el teléfono de Dani Moreno. Yo no dejaba de preguntarme para qué lo querrían, pensaba que estaríamos nominados. Al rato me llama Dani llorando diciéndome que habíamos ganado el Ondas. En ese mismo momento me llama al fijo de casa Jose AM, el otro compañero del programa, también llorando. Estábamos los tres hombretones de 90 kg llorando como niños. Para mí, ganar un Ondas por el mejor programa de radio ha sido lo más grande.
¿Has tenido a alguien a tu lado para que te apoye en este sueño de trabajar en la radio?
En un principio no. Yo trabajaba como mecánico industrial en el centro de ingeniería de Ficosa Internacional y tenía una vida súper tranquila. De golpe, con casi 30 años cambio radicalmente. Me lancé a la piscina porque realmente quería hacerlo y es cierto que no tuve apoyo directo de familiares, como es normal. Fue una locura.
-A lo largo de tu carrera en la radio te has dedicado al humor, algo realmente difícil. Incluso tú has llegado a confesar en alguna ocasión que le tienes “miedo a la gente”. ¿Cómo es esto?
-Sí, digamos que tengo como una fobia. Sobre todo le tengo miedo a la gente que no se ríe. Yo admiro a compañeros míos que hacen un humor muy alternativo y cuando van a salas quizá no se ríe nadie o incluso reciben insultos. O también pasa que ves a alguien que tiene mala cara, que lo está pasando mal. Y es un rollo porque no te fijas en la gente que lo está pasando genial o en la señora que tiene carcajadas, sino que te estás fijando realmente en ese tío, en el que no se ríe. Lo mejor de todo es que acaba el espectáculo y viene y te dice que le ha encantado.
¿Te ha pasado alguna vez que no se ría nadie?
Sí, sí. Bueno, que no se ría nadie es imposible, porque en cuanto explicas algún chiste alguno se ríe. Pero sí lo pasé muy mal una vez en Castellón, en una actuación de sólo 15 personas, rodeado de niños, hartos de comer todos, en el momento de las copas. Yo llegué, además por sorpresa (que no se lo recomiendo a nadie, porque a la gente la descolocas), hice mi espectáculo y no se reía nadie. Las tres horas y media de tren de vuelta hasta Rubí lo pasé fatal, llamando a amigos cómicos y diciéndoles que lo dejaba, que volvía a mi antiguo trabajo. Ser cómico es eso, en función del día te vienes arriba o te hundes.
-¿Qué proyectos de futuro te planteas?
-Espero tener un espectáculo fijo en el teatro y venir una vez al año a La Sala de Rubí. En radio, me gustaría tener un programa fijo a nivel nacional, aunque ya hago colaboraciones. Mis metas son ambiciosas, pero alcanzables…